Page 222 - Dimension De Milagros - Robert Sheckley
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suelo, las siluetas se acercaban formando un círculo
estrecho en torno de él, y el monorriel se mantenía
suspendido sobre su cabeza.
—¡Seethwright! —gritó Carmody—. ¡Líbrame de
esto!
—¡A mí también —rogó el Premio.
—¡Y a mí... —gritó el astuto devorador, puesto que de
él se trataba; dentro de su realista disfraz de
metropolitano y a cuya boca había ido a parar Carmody.
Pero no sucedió nada. Carmody tuvo el horrible
presentimiento de que Seethwright tal vez se hubiera ido
a almorzar, al water, o a contestar alguna llamada
telefónica. El rectángulo azul de cielo se hacía más
pequeño a medida que la salida se cerraba. Las siluetas
que le rodeaban perdieron gradualmente su apariencia
humana. Las paredes tomaron un color rojo purpúreo y
empezaron a temblar, cada vez más hinchadas, para
luego contraerse en movimientos convulsivos. El delgado
monorriel se enroscaba hambriento alrededor de los pies
de Carmody. Dentro del cuerpo del devorador se
producía un lento baboseo, acompañado de roncos
aullidos (los que se alimentan de Carmodys parecen
cerdos; no saben comportarse en la mesa).
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