Page 699 - Herederos del tiempo - Adrian Tchaikovsky
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Pero se trataba de Lain. Ella siempre aguantaba y
luchaba, fuera contra satélites, arañas o el propio
tiempo.
—Coño —dijo expresivamente, y luego lo repitió
unas cuantas veces más, como sacando fuerzas
de la palabra—. Holsten, comunícate con Kern.
Karst, que venga Vitas, y luego me puedes
empezar a contar qué cojones podemos hacer con
esa cosa.
Con las comunicaciones a su disposición (o al
menos después de que Alpash hubiese explicado
media docena de soluciones alternativas que los
ingenieros habían diseñado para compensar la
inestabilidad del sistema), Holsten se preguntó
qué podía transmitir. Tenía la frecuencia del
satélite, pero el espacio en torno al planeta estaba
repleto de susurros fantasmales: esas débiles
transmisiones que no eran, ahora debía admitirlo,
señales del satélite que rebotasen en el planeta.
Intentó sentir algún asombro por ello, y por la
posición sin precedentes en la que se encontraba.
La única emoción que logró sentir fue un espanto
desgastado.
Comenzó a componer un mensaje en su
impecable Imperial C, la lengua muerta que
parecía a punto de sobrevivir a la especie
humana. Aquí la nave arca Gilgamesh llamando a la
doctora Avrana Kern. Tropezó al escribir ¿Requiere
asistencia?, pues a su mente acudieron docenas de
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