Page 695 - Herederos del tiempo - Adrian Tchaikovsky
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de uniformes, cada uno con un mensaje en letra


              apretada. Era el altar de una diosa viviente.



              No solo viviente, sino despierta. Alpash y un par


              de ingenieros jóvenes retrocedieron unos pasos

              respetuosamente                         mientras               Isa         Lain            se


              incorporaba, apoyándose en una vara metálica.



              Lain parecía muy frágil, desaparecida su anterior


              constitución  robusta,  dejando  piel  que  formaba

              bolsas  y  arrugas  y  colgaba  de  sus  huesos.  Su


              cráneo casi calvo estaba moteado de manchas, y


              sus  manos  eran  como  garras  de  pájaro,  casi

              descamadas.  Se  puso  en  pie  de  forma


              notablemente  encorvada,  tanto  que  Holsten  se


              preguntó  si  habrían  alterado  la  cámara  de


              suspensión para que ella pudiera dormir durante

              eras tumbada de costado. Pero cuando levantó la


              vista  hacia  él,  sus  ojos  eran  los  ojos  de  Lain,


              límpidos, agudos y sardónicos.



              Si hubiese dicho entonces «Hola, viejo», como era

              su costumbre, Holsten no estaba seguro de haber


              podido soportarlo. Pero ella solo lo saludó con la


              cabeza, como si no le resultase raro encontrar a

              Holsten Mason allí de pie, tan joven que habría


              podido ser su hijo.



              —Deja  de  mirarme  como  un  idiota  —ladró  un

              momento  después—.  Tú  tampoco  tienes  tan


              buena pinta, y, ¿cuál es tu excusa?












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