Page 773 - Herederos del tiempo - Adrian Tchaikovsky
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húmedo. El movimiento salvaje de la cámara
cesó, y las estrellas desfilaron ante la vista de
Karst casi pacificamente.
—Oh, no, no, no… —exclamó Lain, antes de que
una pata articulada se alzase desde fuera de la
imagen de cámara para plantarse sobre el visor
de Karst. Solo vieron un fragmento de aquella
cosa cuando se agazapó en el hombro de Karst,
hecha un puño para agarrarse mejor. Era un
arácnido peludo con un exoesqueleto
tornasolado, y la sugerencia de unos colmillos
curvos tras una especie de máscara: el mayor
miedo de la humanidad esperándola aquí, en el
límite exterior de la expansión humana, y ya
equipado para el espacio.
Para entonces llegaban informes de toda la nave.
Equipos de ingenieros estaban poniéndose los
trajes (trajes ligeros de faena sin armadura ni los
sistemas que de tan poco habían servido a Karst)
y se dirigían hacia el territorio hostil y disputado
de las bodegas del cargamento. Otros estaban
intentando repeler a los asaltantes allí donde
habían penetrado las criaturas reptantes. El
problema era que, con los sensores del casco
destruidos en tantos lugares, la Gilgamesh solo
podía hacer hipótesis muy aproximadas sobre
por dónde había entrado.
Durante amargos minutos, Lain trató de
coordinar a los diversos grupos, algunos de ellos
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