Page 789 - Herederos del tiempo - Adrian Tchaikovsky
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las  arañas  no  pensaron  ¿Cómo  podemos


              destruirlos?, sino ¿cómo podemos atraparlos? ¿Cómo


              podemos usarlos?



              ¿Cuál  es  la  barrera  entre  nosotros  que  les  hace

              desear destruirnos?



              Las arañas conocen equivalentes del Dilema del


              Prisionero,  pero  piensan  en  términos  de


              interconectividad, de un mundo no solo hecho de

              vista, sino de vibración y olfato. La idea de dos


              prisioneros  incapaces  de  comunicarse  no  sería


              una situación de partida aceptable para ellas, sino

              un  problema  que  resolver:  el  Dilema  del


              Prisionero  como  nudo  gordiano,  que  debe  ser


              cortado en lugar de dejarse enredar por él.



              Las arañas saben desde hace mucho tiempo que,

              en  sus  propios  cuerpos  y  en  otras  especies por


              todo el planeta, se encuentra un mensaje. En los


              tiempos  antiguos,  cuando  se  enfrentaron  a  la


              plaga, reconocieron que era distinto a su propio

              código genético, e interpretaron que era obra de


              la  Mensajera.  En  cierta  forma,  tenían  razón.


              Mucho tiempo atrás, aislaron el nanovirus en sus

              sistemas.



              No había escapado a su atención que las criaturas


              formadas  como  los  gigantes  (los  ratones  y

              similares vertebrados que podían encontrarse en


              su mundo) no portaban el nanovirus, y por tanto


              carecían de la fuerza común que parecía enlazar


              a  las  arañas  entre  sí  y  con  otras  especies




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