Page 786 - Herederos del tiempo - Adrian Tchaikovsky
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Pero había muchas más que reptaban a través de
la brecha, y Holsten era viejo, y Lain era aún más
vieja ahora, y echó mano de esa otra cualidad
humana, últimamente tan escasa, y la rodeó con
los brazos, abrazando a la mujer tan fuerte como
se atrevió, dejando caer el bastón al suelo con
estrépito.
—Lain… —les llegó la voz fantasmal de Karst—.
Mason… —Y luego—: Vamos, apretad el paso —
dirigido a su equipo—. Cortad las redes si estáis
atrapados. —Y esa chispa de impaciencia era
puro Karst, a pesar de su nueva serenidad.
Las arañas se dispusieron en abanico, con sus
grandes ojos como platos mirándolos a través de
las máscaras diáfanas que llevaban puestas.
Cruzar la mirada con esas criaturas le produjo a
Holsten una conmoción que solo había conocido
antes cuando se había enfrentado a miembros de
su propia especie.
Vio que una de aquellas cosas recogía las patas
traseras y se tensaba.
Las arañas saltaron, y todo terminó.
7.10
La cualidad de la compasión
La lanzadera parece tardar una eternidad en
descender del claro cielo azul.
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