Page 264 - Arcana Mundi - Elizabeth Bear
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                            La muerte de las emisiones terrestres



                La primera palabra debía ser pronunciada en voz baja,

         si es que acaso llegaba a pronunciarse. Un goteo de señal.


         Un  eco.  Un  fantasma.  Un  hilo  cifrado,  algo  que  un

         ordenador  que  tuviera  instalado  el  programa  del  SETI

         captaría de entre el ruido de fondo, etiquetaría y devolvería

         en silencio a la enorme base de datos en el cielo, sin que el


         propietario de la máquina fuese consciente de su papel en la

         historia.



                Soy una de las pocas personas lo bastante viejas como

         para  recordar  lo  que  nos  llegó:  algo  tan  sutil  como  un

         golpetazo en la nariz con un bate de cricket. Al principio no


         podíamos  creerlo,  pero  ahí  estaba,  interfiriendo  con  las

         transmisiones  en  todas  las  frecuencias,  enmarañando

         nuestras señales con fantasmas de estática.



                La televisión, para entonces, había abandonado casi por


         completo  las  emisiones  por  radiofrecuencia,  así  que  las

         transmisiones que llegaban a los hogares y a las oficinas por

         cable de fibra óptica no se vieron perturbadas. Expertos con

         ideas contrapuestas opinaban con confianza telegénica que


         la  insinuante  secuencia  de  señales  era  alguna  clase  de

         fenómeno                natural,           cosmológico,                y        no        alguien

         retransmitiendo  al  mundo  entero,  al  mismo  tiempo,  a
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