Page 266 - Arcana Mundi - Elizabeth Bear
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                Una tarea sencilla, dada la fuerza de la señal. Venía de

         la constelación de Tauro y exhibió un paralaje mensurable


         durante el curso de un par de días. En otras palabras, no solo

         era intensa, sino que estaba cerca y se movía rápido.



                Unas pocas semanas más tarde hallamos la segunda. De

         repente,  las  señales  de  radio  brotaban  por  todo  el  cielo.

         Nuestras  propias  señales  muertas,  nuestras  propias  voces


         muertas  —radioafición,  La  Sombra,  señales  cifradas  de  la

         Primera Guerra Mundial— repetidas para nosotros.



                Y después pararon.



                Cuando tenía quince años las demás chicas querían ser

         doctoras, actrices y políticas. Jugaban al fútbol y al softball,


         iban a los programas de capacitación ciudadana del Girls

         State, participaban en desfiles de bandas de música.



                Yo ponía en marcha el SETI y me quedaba después de

         clase en el club de matemáticas o en el de física. Casi nadie

         creía  en  los  extraterrestres,  pero  yo  tenía  tantas  ganas  de


         hablar con ellos  que ni  siquiera encontraba  palabras para

         expresar ese sentimiento, el ansia que me embargaba.



                Los demás chicos y chicas —incluso los frikis— tenían

         citas. Y supongo que yo también lo intenté, más o menos.


         Pero  la  gente  que  me  rodeaba  nunca  me  parecía  tan
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