Page 29 - El Horror De Dunwich - H P Lovecraft
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III
Mientras, el viejo Whateley seguía comprando
ganado sin que aumentara la cantidad de cabezas
del rebaño. También cortó madera y empezó a
reparar las partes abandonadas de su casa: una
espaciosa construcción cuyo tejado estaba
enterrado por completo en la ladera rocosa de la
colina y cuyas tres habitaciones casi arruinadas de
la planta baja habían sido suficientes para él y su
hija. El anciano debía de tener inmensas reservas de
vigor para llevar a cabo un trabajo tan duro; y
aunque aún balbuceaba a veces como un demente,
el trabajo de carpintería parecía basarse en cálculos
sólidos. Había comenzado apenas nació Wilbur,
cuando puso en orden, cerró con tablas y le puso un
candado flamante a uno de los numerosos
cobertizos para herramientas. Ahora, al restaurar el
primer piso abandonado de la casa, actuó
nuevamente como un consumado artesano. Su
tendencia maníaca sólo se manifestó cuando
clausuró con tablas todas las ventanas de la parte
mejorada, aunque muchos dijeron que era una
insensatez molestarse en restaurarla. Menos
enigmático resultó el hecho de que acondicionara
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