Page 34 - El Horror De Dunwich - H P Lovecraft
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vez  los  Whateley  haciendo  de  las  suyas»—  en  la


              cima de Sentinel Hill. Wilbur seguía creciendo de


              forma extraordinaria, de tal modo que parecía un


              chico  de  diez  al  llegar  a  su  cuarto  año  de  vida.



              Ahora  leía  con  avidez  y  sin  ayuda,  pero  hablaba


              mucho  menos  que  antes.  Lo  iba  poseyendo  una


              naturaleza  taciturna  bien  asentada  y  por  primera


              vez  la  gente  empezó  a  hablar  propiamente  de  la


              creciente  maldad  en  su  rostro  cabrío.  A  veces


              murmuraba                    en        una          jerga          desconocida                   y


              canturreaba ritmos grotescos que dejaban al oyente



              helado y con una sensación de terror inexplicable.


              La aversión que sentían por él los perros era algo


              notable,  y  se  veía  obligado  a  llevar  pistola  para


              atravesar a salvo los campos. El uso ocasional del


              arma no aumentó su popularidad entre los dueños


              de perros guardianes.











































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