Page 32 - El Horror De Dunwich - H P Lovecraft
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—He sacado algún provecho de ellos —decía,


              mientras  intentaba  restaurar  una  página  rota,


              usando  cola  preparada  en  el  horno  de  la


              herrumbrosa cocina—, pero al chico le resultarán



              aún más útiles. Quiero que estén lo mejor posible,


              porque van a enseñarle mucho.




                     Cuando Wilbur tenía un año y siete meses —en


              septiembre de 1914— su estatura y sus actos eran


              casi alarmantes. Era tan grande como un niño de


              cuatro  años  y  era  un  conversador  suelto  y  de


              increíble  inteligencia.  Corría  libremente  por  los


              campos y las colinas, y acompañaba a la madre en



              todos  sus  vagabundeos.  Cuando  se  quedaba  en


              casa estudiaba con cuidado las imágenes y bocetos


              grotescos de los libros del abuelo, mientras el viejo


              Whateley  lo  instruía  y  aleccionaba  durante


              prolongadas  tardes  silenciosas.  Por  esa  época


              terminó  la  restauración  de  la  casa  y  quienes  la


              vieron se preguntaron por qué una de las ventanas


              superiores  había  sido  convertida  en  una  sólida


              puerta de gruesos tablones. Era la última ventana



              bajo el techo en punta del extremo occidental, en la


              fachada posterior, junto a la colina; y nadie podía


              imaginar por qué habían construido una rampa de


              madera afianzada con tablones que iba desde allí








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