Page 54 - El Horror De Dunwich - H P Lovecraft
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invisibles que no eran de la Tierra —o al menos no
de esta Tierra tridimensional— vagaban, fétidas y
horribles, por las hondonadas de Nueva Inglaterra
y acechaban obscenamente en las cimas de las
colinas. De esto último hacía tiempo que estaba
seguro. Ahora Armitage creyó captar la presencia
cercana de cierta parte terrible del horror invasor y
vislumbrar un infernal avance en los negros
dominios de una pesadilla antigua y, en otros
tiempos, pasiva. Guardó el Necronomicón bajo llave
con un escalofrío de disgusto, pues la estancia aún
apestaba con un hedor impío.
«Por su mal olor los conoceréis», citó Armitage.
Sí… el olor era el mismo que lo había descompuesto
en la granja de los Whateley hacía tres años. Pensó
una vez más en Wilbur, cabrío y ominoso, y se rio
con sarcasmo ante los rumores aldeanos sobre su
progenitor.
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