Page 182 - La Era Del Diamante - Neal Stephenson
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llegaron  a  la  primera  rampa  que  llevaba  a  los


              Territorios Cedidos, Hackworth sólo estaba a diez


              o  veinte  metros,  tan  cerca  como  para  no  resistir


              seguir  al  chico  por  la  rampa.  Una señal sobre su


              cabeza decía: ENCANTAMIENTO.





                  Ambos adquirieron más ‐velocidad en la rampa,


              y  una  vez  más  el  chico  agarró  el  borde  de  la


              chistera. Esta vez la rueda delantera de la bicicleta


              giró al lado equivocado. El chico salió despedido


              del  asiento.  La  bicicleta  se  alejó  una  distancia


              irrelevante y chocó con algo. El chico rebotó una


              vez,  rodó  y  se  desplazó  un  par  de  metros.  El


              sombrero,  parcialmente  hundido,  rodó  sobre  el


              borde,  se  cayó  y  se  quedó  parado.  Hackworth


              apretó los frenos y pasó al chico un poco. Como


              antes, le llevó más de lo que hubiese querido darse


              la vuelta.





                  Y entonces supo por primera vez que el chico no


              estaba solo sino que formaba parte de una banda,


              probablemente el mismo grupo que había visto en


              Shanghai; que le había seguido hasta la Altavía y


              había aprovechado el sombrero caído para atraerle


              a los Territorios Cedidos; y el resto de la banda,


              cuatro o cinco chicos en bicicletas, venían hacia él


              por  la  rampa,  muy  rápido;  y  bajo  la  luz  de  los






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