Page 184 - La Era Del Diamante - Neal Stephenson
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hacer uso de todo eso. Además, prefería incluso a


              los niños peor educados que a los adultos.








                  Cuando los padres finalmente se dignaban venir


              a  casa  para  dar  a  sus  hijos  algo  de  Tiempo  de


              Calidad,  Miranda  corría  a  sus  habitaciones


              subterráneas y se metía en el ractivo más barato y


              malo  que  podía  encontrar.  No  iba  a  cometer  el


              error de gastar todo su dinero en buenos ractivos.


              Quería que le pagasen, no pagar, y la ractuación


              podía practicarse tan bien en un dispara‐a‐lo‐que‐


              se‐mueva como en Shakespeare.





                  Tan pronto corno ahorró sus umus, hizo el viaje


              que  tanto  ansiaba  a  la  modería,  y  entró  con  la


              barbilla tan alta como la proa de un clíper sobre un


              cuello  de  tortuga  negro,  con  el  aspecto  de  una


              ractriz,  y  pidió  una  Jodie.  Eso  volvió  algunas


              cabezas en la sala de espera. Después todo fue muy


              bien,  señora  y  por  favor  póngase  cómoda  y  le


              gustaría  algo  de  té,  señora.  Era  la  primera  vez


              desde que ella y su madre se habían ido de casa


              que alguien le ofrecía té en lugar de ordenarle que


              lo preparase, y sabía muy bien que sería la última


              vez en varios años, incluso si tenía suerte.










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