Page 23 - La Era Del Diamante - Neal Stephenson
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Pero no hubiese sido ecológico. Los
geotectólogos de Tectónica Imperial no
reconocerían un ecosistema ni aunque viviesen
en medio de uno. Pero sabían que los ecosistemas
daban mucho trabajo cuando se jodian, así que
protegieron el ambiente con la misma
mentalidad implacable, concienzuda y verde que
aplicaban al diseño de pasos elevados y
alcantarillas. Por tanto, el agua entraba en Fuente
Victoria por microtubos, de forma muy similar a
como rezuma en una playa, y el aire entraba
silencioso en el interior por los artísticamente
inclinados cálices exponenciales de aquellos
lirios de agua sobresalientes, cada cáliz un punto
en un espacio paramétrico no muy alejado de una
ideal central. Eran lo bastante fuertes como para
aguantar tifones pero lo suficientemente flexibles
para doblarse bajo la brisa. Los pájaros, que
entraban sin querer en el interior, sentían un
gradiente en el aire, que los empujaba hacia
abajo, hacia la oscuridad, por lo que simplemente
elegían salir volando. Ni siquiera se asustaban lo
suficiente para cagarse.
Los lirios crecían en un vaso de cristal del
tamaño de un estadio, el Palacio de Diamante,
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