Page 20 - La Era Del Diamante - Neal Stephenson
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supersticiones.  En  ese  caso,  le  indicaban  que  no


              debía pedir la cicatriz.





                  Además,  tenía  una  buena  colección  de  Miras:


              gafas de sol no demasiado elegantes con cruces en


              las  lentes  del  ojo  dominante.  Eran  maravillosas


              para  la  puntería  y  también  eran  bastante


              conspicuas, por lo que todos sabían que no debían


              joder a un tío que llevaba Miras.





                  —Dé  un  giro  —dijo  el  tipo,  y  dio  la  vuelta  al


              sillón,  un  viejo  y  enorme  sillón  de  barbero


              recubierto de plástico de colores, con lo que Bud


              acabó frente a un maniquí al otro extremo de la


              habitación. El maniquí no tenía ni cara ni pelo y


              estaba            cubierto             de         pequeñas                marcas             de


              quemaduras, al igual que la pared tras él.





                  —Estado  —dijo  Bud,  y  sintió  que  la  pistola


              zumbaba ligeramente en respuesta.





                  —Listo  —dijo,  y  recibió  otro  zumbido  como


              respuesta.  Puso  la  cara  justo  en  dirección  al


              maniquí.





                  —Dispara —dijo. Lo subvocalizó, sin mover los


              labios, pero la pistola lo oyó igualmente; sintió que


              el retroceso le empujaba la cabeza hacia atrás, y


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