Page 304 - La Era Del Diamante - Neal Stephenson
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político  occidental  tendía  a  ser  más  frágil;  tan


              pronto  como  un  estado  se  volvía  corrupto,  todo


              dejaba de tener sentido. El confucianismo siempre


              mantenía el equilibrio, como un corcho que puede


              flotar  tan  bien  en  una  fuente  como  en  una


              alcantarilla.





                 Aun así, el juez Fang había sufrido recientemente


              muchas dudas sobre si su vida tenía sentido en el


              contexto de la República Costera, una nación casi


              por completo carente de virtudes.





                 Si  la  República  Costera  hubiese  creído  en  la


              existencia  de  virtudes,  al  menos  podría  haber


              aspirado a la hipocresía.





                 Se estaba saliendo del tema. El tema no era si la


              República Costera estaba bien gobernada. El tema


              era el tráfico de bebés.





                 —Hace  tres  meses  —dijo  el  juez  Fang—,  llegó


              usted a Shanghai en una nave aérea y, después de


              una  corta  estancia,  fue  hacia  el  interior  con  un


              hovercraft por el Yangtsé. Su supuesta misión era


              recoger material mediagráfico a propósito de una


              nueva banda criminal —en este punto el juez Fang


              se refirió a sus notas— llamada Puños de la Recta


              Armonía.


                                                                                                          304
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