Page 89 - La Era Del Diamante - Neal Stephenson
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nordeste  del  complejo,  no  perdió  el  tiempo;  en


               parte porque quería irse de aquel sitio y en parte


               porque, si no lo hacía, podían obligarle por control


               remoto.  Le  podían  haber  dicho  que  se  dirigiese


               directamente  al  juzgado  y  que  se  sentase  y  lo


               hubiese  hecho,  pero  por  razones  ceremoniales


               enviaban un policía para escoltarle.





                 La  sala  de  justicia  era  una  habitación  de  techo


              alto  en  uno  de  los  viejos  edificios  a  lo  largo  del


              Bund,  sin  decoración  ostentosa.  A  un  lado  había


              una plataforma elevada, y sobre ella una vieja mesa


              plegable con una tela roja por encima. La tela roja


              tenía  un  diseño  realizado  con  fibras  doradas:  un


              unicornio o un dragón o una mierda similar. Bud


              tenía  problemas  para  distinguir  las  bestias


              mitológicas.





                 El juez entró y fue presentado como el juez Fang


              por  el  mayor  de  sus  dos  asistentes:  un  chino


              enorme  de  cabeza  redonda  que  olía  as‐


              querosamente  a  cigarrillos  mentolados.  El


              condestable  que  había  escoltado  a  Bud  a  la  sala


              señaló al suelo, y Bud, entendiéndolo, se echó de


              rodillas y lo tocó con la frente.





                 El otro asistente del juez era una pequeña mujer


              asiática americana con gafas. Ya casi nadie usaba


                                                                                                            89
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