Page 86 - La Era Del Diamante - Neal Stephenson
P. 86
incluyendo una caja de rapé que le ayudaba a
darse ánimos de vez en cuando y una pluma
dorada que sonaba cada vez que recibía correo.
—Que tengas un buen día en el trabajo, querido
—murmuró ella. Luego, parpadeando una o dos
veces, frunciendo el entrecejo o fijando la vista en
el toldo de zaraza de la cama, añadió—: acabas hoy,
¿no?
—Sí—dijo Hackworth—. Llegaré tarde a casa.
Muy tarde.
—Entiendo.
—No —dijo. Luego se puso derecho.
Comprendió que ahí venía.
—¿Querido?
—No es eso... el proyecto estará acabado. Pero
después del trabajo creo que le traeré una sorpresa
a Piona. Algo especial.
—Estar en casa para la cena sería más especial
que cualquier cosa que le trajeses.
—No, querida. Esto es diferente. Lo prometo.
86

