Page 311 - Sumerki - Dmitry Glukhovsky
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pensamientos, no dejé de darle vueltas al mortero y
puse en orden por enésima vez los ladrillos
seleccionados. Me resultaba más reconfortante mirar al
suelo que pensar en el final del camino que había
iniciado.
El autor de la crónica parecía haber perdido toda fe
en mi capacidad para combinar los datos y había
pasado de las alusiones veladas y los enigmas a las
explicaciones comprensibles. Aun así, no levanté la
cabeza que había escondido en la arena, y fingí no
entender nada.
Durante los primeros minutos, llegué a sentirme
rebosante de alegría y orgullo, porque creía haber
pasado todas las pruebas, y el autor de la relación, por
fin, había levantado el velo que cubría su secreto más
importante. Lo sabía ya: fray Diego de Landa no había
ido tras adornos de oro ni piedras preciosas, no eran los
tesoros de los mayas el motivo por el que el obispo de
Yucatán había sacrificado a docenas de conquistadores
españoles en la selva. No, él iba en pos de un tesoro
mucho más valioso: el antiguo manuscrito era un objeto
mágico... así, por lo menos, lo creía el franciscano.
Lo que en realidad quería el guardián del
monasterio era apoderarse de la más sagrada profecía
de los sacerdotes mayas, y había hecho pasar la
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