Page 56 - STARMAN'S QUEST - Silverberg Robert
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de ciertas cosas. Le envidio. Quisiera tener el valor
suficiente para marcharme. A cada día que paso
aquí me digo que me iré al día siguiente. Y no lo
hago nunca. Me quedo y sigo esperando.
Alan contempló la quieta calle calentada por el
sol. Aquí y allí estaban sentados parejas de an‐
cianos, contándose cosas de su juventud, una ju‐
ventud de mil años atrás. Y pensó el mozo que el
Recinto era lugar para viejos.
Pasearon un rato hasta que vieron los rótulos de
neón de un teatro.
—Me voy al teatro —dijo Roger—. Me aburro.
¿Venís?
Alan miró a Quantrell, y éste hizo una mueca y
dijo que no con la cabeza.
—Yo, no — contestó Alan.
—Yo, tampoco — dijo Quantrell.
Roger se encogió de hombros y replicó:—Pues
yo voy a ir. Tengo ganas de ver una función. Hasta
luego, Alan.
Después de haberse marchado Roger, Alan y
Quantrell siguieron paseando por el Recinto.
Se dijo Alan que más le hubiera valido ir al
teatro con Roger. A él también le deprimía el Re‐
cinto. En el teatro se distrae uno, no se piensa en las
cosas que desagradan.
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