Page 551 - Una orbita cerrada y compartida - Becky Chambers
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lo que quería decir que cuanto más tarde fueran al
museo más sospechosos parecerían.
—Lo sé —dijo Azul. Suspiró—. Deberíamos volver al
hotel. Deberíamos estar donde puedan encontrarnos.
Pepper dio una patada a un receptáculo de basura.
Miró al museo, calidez resplandeciente en la
oscuridad. Lechuza estaba ahí dentro. Lechuza. Pero
incluso entonces, después de todo lo ocurrido, había
un muro a través del cual Pepper no podía ver, una
puerta que no podía abrir.
Por todas las estrellas, ¿adónde estaban esos dos?
SIDRA
HABÍA dos detalles del plan que preocupaban a
Sidra: la irrupción en la privacidad de Pepper, y la
parte que podría matar a Sidra si iba mal. El resto era
pan comido.
No dijeron nada de camino a la sala de naves
pequeñas. Llegaron a las puertas dobles de la
exposición, imponentes y cerradas. Por un instante,
ni Sidra ni Tak se movieron.
—Aún podemos largarnos —dijo Tak—. Podemos
salir de aquí ahora mismo y pillar un billete a casa.
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