Page 632 - La Patrulla Del Tiempo - Poul Anderson
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más de lo necesario en montar el aparato que había traído

           en el equipaje. (Allí pasaba por un estudioso británico de


           visita. Había practicado el acento. Un americano hubiese

           sufrido  demasiadas  molestias  con  preguntas  sobre  los

           pieles rojas y la esclavitud). Mientras Tharasmund y yo


           nos  encontrábamos  entre  los  visigodos,  conocimos  a

           Ulfilas. Había grabado el suceso, como hacía con todo lo

           que tuviese un interés especial. Seguro que Ganz querría


           ver al misionero jefe de Constantinopla, el Apóstol de los

           Godos, cuya traducción de la Biblia era virtualmente la

           única fuente de información sobre su lengua que habría

           sobrevivido hasta la aparición del viaje en el tiempo.



                 El  holograma  se  formó.  De  pronto  la  habitación  —


           candelabros, estanterías, mobiliario a la moda que sabía

           que  era  estilo  imperio,  bustos,  pinturas  y  grabados

           enmarcados,  loza,  papel  pintado  con  dibujos  chinos,


           cortinas marrones— se convirtió en oscuridad alrededor

           de un fuego de campamento. Pero yo no estaba allí, en mi

           propio cráneo: porque era a mí a quien miraba, y él era el

           Errante.



                 (Las  grabadoras  son  diminutas,  operan  a  nivel


           molecular,  autodirigidas,  mientras  recogen  todas  las

           entradas  sensoriales.  La  mía,  una  de  la  muchas  que

           llevaba, estaba oculta en la lanza que había apoyado en



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