Page 634 - La Patrulla Del Tiempo - Poul Anderson
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El credo que predicaba no era el del Concilio de Nicea,
sino la austera doctrina de Arrio, que había sido
rechazada como herética. Sin embargo, se movía en la
vanguardia de la cristiandad, en el mañana.
—No, no deberíamos limitarnos a intercambiar
historias de nuestros viajes —dijo—. ¿Cómo podrían
separarse de nuestras creencias? —Su tono era tranquilo
y razonable, pero la mirada era aguda—. No sois un
hombre normal, Carl. Eso lo veo claramente en vos y en
los ojos de vuestros seguidores. Que nadie se ofenda si
me pregunto si sois por completo humano.
—No soy un demonio malvado —dije.
¿Realmente le sacaba tanta altura, era yo gris, cubierto
por una capa, conocedor ya del destino, una figura
surgida de la oscuridad y el viento? Hasta hoy, mil
quinientos años después de esa noche, me sentía como si
fuese otra persona, el mismo Wodan, el siempre errante.
En Ulfilas ardía el fervor:
—Entonces no temeréis el debate.
—¿Qué sentido tendría, sacerdote? Sabéis bien que
los godos no son gente del Libro. En sus tierras harían
ofrendas a Cristo, a menudo lo hacen. Pero en las de ellos,
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