Page 850 - La Patrulla Del Tiempo - Poul Anderson
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—Es  por  lo  que  te  dije,  mi  señor.  —Heidhin  no

           apreció el trato de respeto viniendo de Everard, que no le


           había  jurado  lealtad,  pero  no  le  dolió.  Y  en  verdad

           Heidhin  se  había  convertido  en  una  figura  importante

           entre  los  brúcteros,  un  jefe  guerrero  con  tierra  y


           posesiones, emparentado con una familia noble, y sobre

           todo en el confidente y principal interlocutor de Veleda—

           . Hablé con él en Castra Vetera porque había oído de su


           fama y  buscaba aprender cómo iban las cosas en  estos

           países. De camino a otra parte, oí que la profetisa venía

           aquí. Tenía la esperanza de conocerla, o al menos de verla

           y oírla.



                 Burhmund, que recibió con hospitalidad a Everard, le


           había  explicado  que  la  sibila  había  enviado  a  su

           representante. Pero la hospitalidad del bátavo fue parca,

           por lo ocupado que estaba. Cuando vio una oportunidad,


           Everard buscó a Heidhin por su cuenta. Un godo era lo

           suficientemente exótico como para ser recibido, pero la

           conversación  resultaba  incómoda,  porque  Heidhin

           pensaba en otras cosas hasta que, de pronto, le asaltaron


           las sospechas.



                 —Se ha retirado a su torre para estar a solas con la

           diosa —dijo. En él ardía la fe.



                 Everard asintió.

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