Page 951 - La Patrulla Del Tiempo - Poul Anderson
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de la escalera.
—Soy Everardo, el godo —les dijo—. El general me
espera.
Uno de los soldados dirigió a su compañero una
mirada inquisitiva. Este último asintió.
—Me han dado instrucciones —dijo—. De hecho,
escolté al mensajero previo.
¿Estaba buscando demostrar un poco de importancia,
de orgullo? Sorbió y tosió. Probablemente aquel hombre
fuese un reemplazo de última hora para alguien que
estaba enfermo, castañeteando los dientes, en la
enfermería. Aunque parecían galos, no tenían demasiado
buen aspecto. El metal manchado, las faldas sucias, los
brazos con piel de gallina y las mejillas hundidas
indicaban raciones muy pobres.
—Pasa —dijo el segundo legionario—. Llamaremos a
un mozo para que lleve la montura al establo.
Everard entró en un atrio oscuro, donde un esclavo
tomó su capa y su cuchillo. Varios hombres sentados y
hundidos, personal sin nada que hacer, le dedicaron
miradas en las que, quizá, de pronto había una ligera
esperanza. Un asistente lo acompañó a una habitación en
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