Page 952 - La Patrulla Del Tiempo - Poul Anderson
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el ala sur. Llamó a la puerta, se oyó un «Abre», obedeció
y anunció:
—Señor, el delegado germano está aquí.
—Que entre —rugió la voz—. Déjanos solos pero
quédate fuera, por si acaso.
Everard entró. La puerta se cerró tras él. Una escasa
luz entraba por la ventana emplomada, Había velas en
sus palmatorias. De sebo, no de cera, que olían mucho y
producían bastante humo. Las sombras se concentraban
en las esquinas y se deslizaban sobre una mesa cubierta
de informes redactados sobre papiro. Aparte de eso,
había un par de taburetes y un cofre que podría contener
una muda de ropa.
Una espada de infantería y su vaina colgaban lado a
lado sobre la pared. Un brasero de carbón había calentado
el aire, pero también lo había cargado.
Cerial estaba sentado tras la mesa. Vestía solamente
túnica y sandalias: un hombre ancho con un rostro
cuadrado y duro que en su cuidadoso afeitado mostraba
grandes arrugas. Sus ojos examinaron al recién llegado.
—Eres Everardo, el godo, ¿eh? —saludó—. El
intermediario dijo que hablabas latín. Mejor que sea así.
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