Page 615 - El largo viaje a un pequeño planeta iracundo - Becky Chambers
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—¡No lo sé! —Se cubrió los ojos con la mano—. ¡No lo


          sé! ¡Voy a tener que limpiar tantísimas cosas! —Siguió

          riendo, sujetándose el costado con la otra mano. Miró


          entre los dedos a Rosemary, que había empezado a


          reírse  también,  aunque  por  su  expresión  de


          desconcierto estaba claro que se reía de Kizzy. Esta le

          arrojó un trapo sucio—. Ay, joder, necesito un trago.


          Y fumar. Voy a ir a la estación más cercana y voy a


          echar  un  polvo.  Estrellas,  si  alguna  vez  me  he

          merecido un buen polvo, es esta.



          —Espera  —dijo  Rosemary;  giró  la  cabeza—.  ¿Has


          oído algo?



          Kizzy se sentó en silencio. No se oía nada más que el


          zumbido de la sala del motor, los chasquidos y los

          chirridos de todas las mierdas que tenía que arreglar.


          Entonces  llegó  una  voz  desde  el  fondo  del  pasillo.


          Desde el núcleo.



          —¡Kizzy! —Era Jenks—. ¡Kiz, ayuda!


          Kizzy  estaba  en  marcha  antes  de  darse  cuenta,  las


          botas golpeando con fuerza contra el suelo de metal.


          Se  detuvo  resbalando  en  la  puerta  de  entrada  al


          núcleo.  El  núcleo  de  Lovey  resplandecía,  todavía

          funcional. Pero las paredes que lo rodeaban, cubiertas


          habitualmente  por  las  diminutas  luces  verdes  que


          Jenks comprobaba con esmero dos veces al día, eran

          un laberinto parpadeante de color rojo. Kizzy se llevó


          una mano a la boca.











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