Page 110 - Enemigo Mío - Barry B. Longyear
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serpiente  dobles  y  pelusa  vegetal,  y  una  tienda.

        Necesitábamos una tienda. —Zammis y yo podíamos pasar

        el invierno haciéndola—, y mochilas. Botas. Necesitábamos


        unas botas para caminar. Había que pensar en eso…



               Es curioso cómo llega a prender una chispa de esperanza,

        propagándose  hasta  consumir  toda  la  desesperación.  ¿Era

        una  nave?  No  lo  sabía.  Y  si  lo  era,  ¿estaría  despegando  o


        aterrizando? Tampoco lo sabía. Si estaba despegando, nos

        encaminaríamos  en  la  dirección  equivocada.  Pero  la

        dirección opuesta significaría tener que cruzar el mar. Por lo

        tanto, era lo mismo. La próxima primavera iríamos más allá


        del bosquecillo y veríamos qué había allí.



               El invierno pareció pasar rápidamente: Zammis estaba

        ocupado con la tienda y yo dedicaba mi tiempo a redescubrir

        el arte de hacer botas. Dibujé los contornos de nuestros pies

        en  piel  de  serpiente  y,  de  hacer  varios  experimentos,


        descubrí que hirviendo el pellejo con el fruto de las bayas,

        éste quedaba blando y gomoso.



               Escogí varias de estas capas elásticas, y las dejé aparte

        para  que  secaran;  el  resultado  fue  una  suela  resistente  y


        flexible. Cuando acabé  las  botas  de  Zammis,  el  dracón  ya

        necesitaba un par nuevo.





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