Page 525 - El Jugador - Iain M. Banks
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inconmovible  de  que  todas  las  esperanzas  se  habían

            esfumado.  La  expresión  era  como  una  bandera


            enarbolada por un alma a la que ya nada le importaba.

                  Pero  en  ese  mismo  instante  de  reconocimiento

            Bermoiya  comprendió  que  la  imagen  del  criminal


            condenado a la que se había aferrado no era la correcta.

            No sabía cuál era la imagen que le habría proporcionado

            la clave del enigma. Quizá no hubiera ninguna forma de


            dar con ella.

                  Y entonces lo supo. Y de repente, por primera vez en

            su vida, comprendió qué sentía el condenado cuando le

            miraba a la cara.


                  Cayó. Primero cayó de rodillas y sintió el impacto del

            tablero contra su carne, y la vibración agrietó las zonas

            elevadas  más  cercanas,  y  después  se  derrumbó  hacia

            adelante y cayó de bruces hasta que sus ojos quedaron


            pegados al tablero y lo vieron desde aquella posición por

            primera y última vez. Bermoiya cerró los ojos.

                  El Adjudicador y sus ayudantes corrieron hacia él y le


            incorporaron. Los enfermeros le sujetaron con correas a

            una  camilla  mientras  Bermoiya  lloraba  casi  sin  hacer

            ruido, le sacaron de la sala y le metieron en la ambulancia


            de la prisión.

                  Pequil estaba perplejo. Jamás se había imaginado que






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