Page 546 - El Jugador - Iain M. Banks
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palabras  en  eáquico  y,  hasta  cierto  punto,  también  en

            marain.


                  Gurgeh observó en silencio a los danzarines durante

            unos momentos.

                  ‐‐Iré  a  Ecronedal  y  jugaré,  rector  ‐‐dijo  por  fin  sin


            apartar los ojos de sus evoluciones.

                  Extendió el brazo y empezó a golpear el cristal de la

            copa con un anillo siguiendo el ritmo de la música.


                  Hamin suspiró.

                  ‐‐Bien, Jernau Gurgeh, debo decirle que estamos muy

            preocupados. ‐‐Volvió a chupar la pipa y clavó los ojos en

            el resplandor que emanaba de la cazoleta‐‐. Nos preocupa


            el efecto que su presencia en el juego pueda tener sobre la

            moral  de  nuestra  gente.  Una  inmensa  mayoría  son

            personas  sencillas,  y  a  veces  tenemos  el  deber  de

            protegerles y ocultarles la dura realidad. ¿Y qué realidad


            puede ser más dura y difícil de aceptar que el saber que

            la  mayoría  de  tus  congéneres  son  crueles,  estúpidos  y

            fáciles de engañar? No comprenderían que un forastero...,


            que  un  alienígena  pueda  venir  aquí  y  hacer  tan  buen

            papel en el juego sagrado. Nosotros, y me refiero a los que

            vivimos en la corte y los colegios, podemos tolerarlo sin


            que nos afecte demasiado, pero no debemos olvidar a la

            gente corriente, las personas decentes..., si me lo permite






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