Page 977 - Anatema - Neal Stephenson
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había dicho, pero sabía lo suficiente como para entender
que provocaría comentarios sobre los Conjuradores.
—Orolo y yo subimos a hablar —dije—. Nos enfrascamos
tanto en el diálogo que no nos dimos cuenta de que
oscurecía.
—Que hayas usado la palabra «diálogo» me hace
suponer que el tema era algo de más sustancia que los
encantos de tu nueva novia orithenana —dijo fra Lodoghir
fríamente.
¡Maldición, era bueno! ¿Cómo podía saber con tanta
precisión lo que hacía falta para ponerme nervioso?
En lo alto del Precipicio empezaron a sonar las campanas.
La llamada de Provenir. ¿Cómo daban cuerda al reloj?
Recordé a Lio, unos meses antes, dando cuerda al reloj
con dos ojos a la funerala después de pedirme que le
golpease en la cara. Intenté recurrir a lo que Lio había
aprendido ese día: me obligué a proseguir como si el golpe
no me hubiese tocado.
—Es cierto, se trataba de una discusión teorética muy
seria.
—¿Y qué ocupaba tanto la mente de Orolo que tenía que
arrastrarte por un volcán para desahogarse?
Yo ponía los ojos en blanco y movía la cabeza
exasperado.
—¿Estaba relacionado con los Geómetras? —probó.
—Sí.
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