Page 975 - Anatema - Neal Stephenson
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momento en que fuiste consciente de que sucedía algo
extraordinario.
—Parecía un meteorito… lo que es muy poco habitual,
pero no extraordinario —expliqué—. No ardió al instante,
por lo que pensé que debía de ser grande. Al principio
costaba determinar su trayectoria… hasta que comprendí
que se dirigía hacia nosotros. No puedo precisar el
momento en que decidí que no era un objeto natural. Nos
pusimos a correr montaña abajo. De camino, el paracaídas
de la sonda se abrió.
—Bien, cuando dices «nos», ¿de cuántos estamos
hablando?
En lugar de que fra Lodoghir me lo sonsacase, se lo ofrecí
en bandeja:
—Dos. Orolo y yo.
—¡Sante Orolo! Sí, sabemos de él —dijo fra Lodoghir—.
Está en todos los motus, pero no habíamos sabido hasta
ahora cómo había llegado al lugar. Fue el primero en llegar
al fondo del agujero, ¿no es así?
—Si al decir «agujero» te refieres a la excavación del
templo de Orithena, sí —dije.
—¡Pero eso está al pie del volcán! —exclamó, en un tono
que daba a entender que yo era un idiota de tal calibre que
desconocía tal hecho.
—Soy consciente de ello —dije.
—Pero ahora descubrimos que Orolo y tú descendíais de
la cima del volcán mientras la sonda caía hacia el agujero.
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