Page 48 - Las Estrellas Mi Destino - Alfred Bester
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—[Bravo, señor Harrís! L—E—S, señores. Nunca lo
olviden. Localización. Elevación. Situación. Esa es la única
manera de recordar sus coordenadas de jaunteo. Etre entre
le marteau et lʹenclume. Francés. No jauntee aún, señor
Peters. Aguarde su turno. Sea paciente, todos serán clase C
uno por uno. ¿Alguien ha visto al señor Foyle? Ha
desaparecido. Oh, miren a ese glorioso trasto marrón.
Escúchenlo. Oh, perdón, estoy emitiendo pensamientos
por toda el área... ¿o he estado hablando, caballeros?
—Mitad y mitad, señora.
—Me parece injusto. La telepatía en un sólo sentido es un
estorbo. Les ruego me disculpen por ametrallarles con mis
pensamientos.
—Nos gusta, señora. Sus pensamientos son agradables.
—Muy amable, señor Gorgas. Está bien, estudiantes;
volvamos hacia la escuela y empecemos de nuevo. ¿Ha
jaunteado ya el señor Foyle? Siempre lo pierdo de vista.
Robín Wednesbury estaba dirigiendo su clase de
reeducación en jaunteo en su periplo a través de la ciudad
de New York, y era un aprendizaje tan excitante para los
casos cerebrales como lo era para los niños de su clase
primaria. Trataba a los adultos como niños y eso les
complacía. Durante los últimos meses habían estado
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