Page 197 - El Planeta Prohibido - Stuart W J
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que el cielo fuera azul y el ardiente sol, amarillo…
Me encaminé hacia la arboleda situada junto al camino,
pero, a los pocos pasos, cambié de idea, sin motivo, y crucé
hasta la piscina.
Me sorprendí corriendo y me forcé a parar. Me
encontraba exactamente en el lugar donde Altaira se
detuviera a dar de comer a sus animales, cuando se me
ocurrió que podía gritar. En aquel silencio, mi voz se oiría a
millas de distancia.
Me estaba acomodando las manos junto a la boca, en
forma de bocina, y llenando bien los pulmones, cuando,
repentinamente, lo vi.
Estaba a menos de cien yardas, paseándose lentamente
por la senda embaldosada, en el extremo más alejado de la
pileta y apareciendo y desapareciendo tras la cortina de
arbustos. Llevaba las manos en los bolsillos y la cabeza
gacha. Estaba tan absorto en sus pensamientos, que dudé si
sabría dónde se hallaba.
El verlo hizo que todo me pareciera muy distinto. Me
alegré de no haber gritado y, en lugar de pensar en mí
mismo, me puse a pensar en él. No era para asombrarse de
que se paseara preocupado. Ayer no más había tenido en su
cabeza lo suficiente para intimidar a un Mariscal, ¡qué no
decir de un joven comandante! ¡Y véase lo que le había
traído el día de hoy! ¡La nueva, incalculable responsabilidad
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