Page 202 - El Planeta Prohibido - Stuart W J
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senté en una butaca.
Llegaron, instantes después, más pronto de lo que yo
pensaba. Hice muy bien el papel de no haberlos oído hasta
que estuvieron dentro de la habitación y luego salté y dije
que no me había percatado de su llegada.
No estaban muy juntos ahora, por supuesto, pero no
había forma de equivocarse, en cuanto a las nuevas
relaciones que existían entre ambos. Había entre ellos un
crepitar como el de las ondas electromagnéticas que
produciría el cerco defensivo que, a estas horas, Quinn y
Farman debían haber levantado en torno a la nave.
Pero entonces vi que Altaira había llorado, pues en sus
ojos habla lágrimas todavía. No entraban en el cuadro
sentimental que yo me había forjado mentalmente y
exclamé:
—¿Qué pasó? —antes de darme cuenta de que eso era
posiblemente lo peor que se podía decir.
Sin embargo, ella me sonrió y dijo:
—Le ruego me perdone. Sé que me estoy portando
como una tonta… —y ahogó un sollozo. Luego, miró a
Adams y le pidió—: Por favor… cuéntele usted… por
favor…
Adams explicó:
—Fué Kahn… ese tigre que ella tenía. Nosotros…
habíamos estado… estábamos saliendo del bosquecillo, allí
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