Page 198 - El Planeta Prohibido - Stuart W J
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de descubrir que Morbius era el único depositario de
conocimientos que “debían” comunicarse a la Humanidad!
Y Morbius estaba enfermo. Y Morbius iba a luchar para
no compartir su saber. Y no había nadie que decidiera cómo
había que tratarlo; nadie, excepto el Comandante John
Justin Adams…
Y, a menos que yo equivocara mis mejores cálculos,
John Justin Adams estaba enamorado de la hija de Morbius.
Comencé a aproximarme a la piscina. Pero sólo había
dado un paso o dos, cuando me detuve de golpe. Como si
mi evocación la hubiera hecho aparecer, a manera de un
conjuro, allí estaba Altaira, cara a cara con Adams, en el
momento en que él aparecía de nuevo ante mi campo visual.
Ella había salido de entre los árboles, detrás de la pileta, y
tenía los brazos llenos de flores que había estado
recogiendo. Eran grandes capullos rojo sangre, con largos
tallos blancos y ella los estaba admirando.
Ninguno de los dos vió al otro, hasta que hubieron casi
chocado. Estaban a un solo paso uno de otro, cuando se
detuvieron, alzaron sus cabezas y se miraron, quedando
inmóviles.
Había algo en aquel pequeño cuadro, una tensión
exquisita, un puro drama natural de línea y color, que me
mantuvo tan quieto como lo estaban ellos. No me habían
visto y no era probable que me vieran. Así que resultaba
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