Page 76 - El Planeta Prohibido - Stuart W J
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es una de ellas… —Extendió la mano y apretó un botón en

         la pared…

                Y en menos de un segundo y en silencio, el día pareció

         convertirse en noche. Si no se hubieran encendido luces en


         una concavidad del cielo raso, hubiésemos quedado en la

         oscuridad más completa.

                Farman  volvió  a  echar  mano  de  su  pistola.  Adams

         gruñó:


                —¿Qué demon…?

                En  ese  momento  me  di  cuenta  que  unas  cortinas

         metálicas, embutidas en la pared, se habían deslizado sobre


         las ventanas. El metal era de aspecto raro, una especie de

         gris‐castaño, de tono opaco.

                Y vi que Morbius ostentaba otra vez su sonrisa irónica.


         La demostración, y su efecto en nosotros, lo habían devuelto

         a su anterior modo.

                —Lamento  haberlos  asustado  —dijo—,  pero,  por  lo

         menos,  ustedes  ven,  caballeros,  qué  es  lo  que  quiero


         significar cuando hablo de “precauciones físicas”. Todo el

         frente de esta casa está ahora blindado.

                Volvió a oprimir el botón, las persianas se embutieron y

         la luz del día inundó de nuevo el ambiente.


                Adams miró a la ventana.

                —¿Qué metal es ése? —preguntó.

                Morbius vaciló. Tal vez se dió cuenta adónde llevaba la





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