Page 155 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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ciudad con arcos de vapor blanco atravesando su
cielo; y me pregunté si empleaban algún arma
aérea. Y allá encontré un mundo devastado por los
efectos de la guerra, los continentes
quemados y estériles, con los límites de las
ciudades apenas visibles a través de la
acumulación de nubes negras.
¡Me pregunté cuántas de aquellas alegrías habrían
visitado mi propia Tierra después de mi partida!
Después de varios días, me acostumbré a no llevar
las gafas durante largos periodos. Comencé a
encontrar aquel cielo pintado por completo por la
guerra insoportablemente opresivo.
Algunos hombres de mi tiempo habían defendido
la guerra, la hubiesen recibido, creo, como, por
ejemplo, una válvula de escape de la tensión entre
las grandes potencias. Los hombres consideraban
la guerra —¡al menos, la siguiente!— como una
gran limpieza y sería la última guerra que se
tendría que luchar. Pero ahora podía ver que no
había sido así: los hombres hacían la guerra por la
herencia de la bestia en su interior, y cualquier
justificación no era sino una simple racionalización
dada por nuestros enormes cerebros.
Me imaginé cómo sería si Gran Bretaña y
Alemania fuesen trasladadas de alguna forma a
aquel cielo rocoso, como dos manchas más de
color. Pensé en esas dos naciones que me parecían
ahora, desde mi perspectiva elevada, en un estado
de desorientación económica y confusión moral. ¡Y
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