Page 150 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
P. 150
árboles, pero no resultó ser más que una masa de
roca, que parecía desgastada o fundida.
Durante los primeros días, me bastaba con estar
simplemente allí, en aquel prado herido. Me
dediqué a dar largos paseos; me quitaba las botas
para disfrutar de la hierba y de la arena entre los
dedos, y a menudo me quitaba los pantalones para
recibir el calor del sol. ¡Pronto me puse moreno —
aunque la proa de mi cabeza, ya con poco pelo, se
quemó—,era como una cura de descanso en
Bognor!
Por la tarde me retiraba a la choza. Era confortable
con la puerta cerrada, y dormía bien, con la
chaqueta como almohada y la cálida suavidad de
la plataforma debajo.
La mayor parte de mi tiempo lo invertía en
inspeccionar el Interior con las gafas de aumento.
Me sentaba en el borde de la plataforma, o me
tendía en un trozo blando de hierba con la cabeza
sobre la chaqueta, y miraba el complicado cielo.
La parte del Interior opuesta a la mía, más allá del
Sol, debía de estar en el ecuador de la Esfera; por
lo que suponía que aquella región sería la más
parecida a la Tierra: donde la gravedad sería más
intensa y el aire más denso. La banda central era
relativamente estrecha, no más de diez millones de
millas de ancho (¡digo «no más» con mucha
facilidad, pero sé que la Tierra se perdería, como
una mota de polvo, frente a aquel fondo titánico!).
Más allá de la banda central, la superficie parecía
150

