Page 185 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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resto del equipo. Incluso mi cuchillo seguía allí.
Con su ayuda; y empleando la bandeja Morlock
como un tosco espejo, me corté la barba y me
afeité lo mejor que pude. Pude quitarme la ropa
interior y ponérmela limpia —¡nunca supuse que
la sensación de llevar unos calcetines realmente
limpios me provocase casi un placer sensual!— y
recordé con afecto a Mrs. Watchets, que había
puesto esas prendas en la mochila.
Finalmente —y con gran placer— saqué la pipa de
la mochila, la llené de tabaco y la encendí con la
vela.
Desperté en la oscuridad.
Era extraño despertar sin la luz del día —como
despertarse a una hora intempestiva— y nunca me
sentí descansado por el sueño durante todo el
tiempo que permanecí en la Noche Negra de los
Morlocks; como si mi cuerpo no pudiese calcular
la hora del día en que se encontraba.
Le había dicho a Nebogipfel que me gustaría
inspeccionar la Máquina del Tiempo, y me sentí
nervioso mientras daba cuenta del desayuno y me
aseaba. Mi plan no era gran cosa en lo que se
refería a estrategia: se trataba simplemente de
apoderarme de la máquina, ¡a la primera
oportunidad! Mi suposición era que los Morlocks,
después de milenios de maquinarias sofisticadas
que podían cambiar de forma, no supiesen cómo
reaccionar ante un dispositivo de construcción tan
tosca como la Máquina del Tiempo. Creía que no
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