Page 207 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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Pasé la fachada de largo y me dirigí a la parte


                  de  atrás  de  la  casa.  Allí  había  balcones  con


                  delicadas  pilastras  de  hierro  pintadas  de

                  blanco,  que  miraban  al  oeste.  Podía


                  distinguir  las  ventanas  del  salón  y  del


                  comedor  ahora  a  oscuras  (me  vino  a  la


                  cabeza que no estaba seguro de la hora), pero

                  tenía  la  sensación  de  que  faltaba  algo  en  el


                  salón. Me llevó algo de tiempo darme cuenta


                  de  qué  era —la  ausencia inesperada  es  más

                  difícil  de  reconocer  que  la  presencia


                  incongruente—.  En  el  baño  que  construiría


                  más  tarde.  En  1873,  ¡todavía  debía  lavarme


                  en  una  bañera  portátil  que  un  sirviente  me

                  traía al dormitorio!


                  Y  en  aquel  desproporcionado  invernadero


                  que  salía  de  la  parte  de  atrás  de  la  casa

                  estaba  mi  laboratorio,  donde  —vi  con


                  anticipación—  todavía  brillaba  una  luz.  Los


                  invitados de la cena ya se habrían ido, y los


                  sirvientes  ya  se  habrían  retirado;  pero  él  —

                  yo— todavía trabajaba.


                  Sufrí una mezcla de emociones que supongo


                  ningún  hombre  había  sentido  antes;  allí

                  estaba  mi  hogar,  ¡y  sin  embargo,  no  podía


                  considerarlo mío!


                  Volví  a  la  puerta  principal.  Nebogipfel


                  estaba de pie en el camino










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