Page 211 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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Oí puertas que se cerraban en el interior de la


                  casa y un grito irritado:


                  —Está bien, ya voy yo...

                  Luego, oí pasos que corrían por el pasillo que


                  unía el laboratorio con el resto de la casa.


                  —Soy  yo  —le  susurré  a  Nebogipfel—.  Él.


                  Debe ser tarde y los sirvientes duermen.

                  Una llave luchó con la cerradura. Nebogipfel


                  me susurró:


                  —Las gafas.

                  Me arranqué el anacronismo de la cara y lo


                  metí en el bolsillo del pantalón, justo cuando


                  se abría la puerta.


                  Allí  había  un  joven,  con  la  cara  brillando

                  como la luna a la luz de la vela que llevaba.


                  La forma en que me miró, yo en mangas de


                  camisa,  fue  rápida  y  el  examen  al  que

                  sometió a Nebogipfel fue aún más superficial


                  (¡ahí  quedaba  el  poder  de  observación  del


                  que me enorgullecía!).


                  —¿Qué diablos quieren? Es más de la una de

                  la mañana, ¿saben?


                  Abrí la boca para hablar, pero el preámbulo


                  cuidadosamente ensayado desapareció de mi

                  mente.


                  ¡Así me encontré conmigo mismo a la edad


                  de veintiséis años!











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