Page 218 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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recta y se sentó en ella; los pies le colgaban


                  como si fuese un niño peludo.


                  —¿Cómo sabía lo de mis Sillones Activos? —

                  me  exigió  mi  anfitrión—.  Sólo  se  lo  he


                  mostrado  a  unos  pocos  amigos.  El  diseño


                  todavía ni siquiera ha sido patentado...


                  No  respondí:  simplemente  aguanté  su

                  mirada  durante  largos  segundos.  Podía  ver


                  que  la  extraordinaria  respuesta  a  esa


                  pregunta ya se formaba en su mente.

                  Apartó la vista.


                  —Siéntese  —me  dijo—.  Por  favor.  Iré  a


                  buscar el brandy.


                  Me  senté  —¡en  mi  propio  comedor  con  un

                  Morlock  por  compañía!—  y  miré  alrededor.


                  En  una  de  las  esquinas  del  comedor,  en  su


                  trípode, estaba el telescopio Gregoriano que

                  había traído de casa de mis padres.


                  Un artefacto simple, capaz de producir sólo


                  imágenes  borrosas,  y  sin  embargo,  cuando


                  era niño, una ventana al mundo maravilloso

                  del  cielo,  y  a  la  maravillas  intrigantes  de  la


                  óptica física.


                  Y,  más  allá  de  aquella  habitación,  estaba  el

                  oscuro  pasillo  hasta  el  laboratorio,  con  las


                  puertas  dejadas  descuidadamente  abiertas;


                  pude ver partes del taller: la acumulación de


                  aparatos,  planos  en  el  suelo,  y  varias

                  herramientas y útiles.







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