Page 307 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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Nebogipfel  se  quedó  allí,  ya  que  los


                  Morlocks  no  duermen  como  nosotros,  y


                  pidió papel y lápiz (le tuvimos que enseñar a

                  utilizar la goma y el afilador).


                  Me tendí, caliente en la cama estrecha, con la


                  ventana  cerrada  y  el  aire  cada  vez  más


                  cargado. Más allá de las paredes, los sonidos

                  del         Londres              azotado              por          la       guerra


                  retumbaban hasta los confines de la Bóveda,


                  y a través de las aberturas de la cortinas vi el

                  parpadeo  de  las  nuevas  lámparas  del


                  ministerio en lo más profundo de la noche.


                  Oí  a  Nebogipfel  moverse  por  el  cuarto  de


                  estar;          aunque               parezca              extraño,             sentí

                  tranquilidad al oír el sonido de los pequeños


                  pies del Morlock al moverse de un lado para


                  otro, y en el rasgueo torpe del lápiz sobre el

                  papel.


                  Finalmente, me dormí.





                  Había un pequeño reloj sobre la mesa al lado

                  de  la  cama  que  me  indicó  que  me  había


                  despertado a las siete de la mañana; aunque


                  fuera,  por  supuesto,  seguía  estando  tan

                  oscuro como si fuese de noche.


                  Salté  de  la  cama.  Me  volví  a  poner  el  traje


                  ligero que ya había visto muchas aventuras,


                  y  cogí  un  juego  limpio  de  ropa  interior,

                  camisa  y  corbata.  El  aire  estaba  pegajoso  a







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