Page 526 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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—Pero hubiese preferido que no trajeseis
esta triste víctima de la estupidez para
probar mi compasión e ingenio.
—Oh... ¡maldita sea! —A veces el Morlock
era imposible; bastante inhumano, pensé.
Stubbins y yo cuidamos de la hoguera,
alimentándola con madera tan verde que se
resquebrajaba lanzando oleadas de humo
blanco. Stubbins inició breves pero ineficaces
búsquedas por el bosque; tuve que
prometerle que si el fuego no producía
resultado en unos pocos días, retomaríamos
la expedición alrededor del centro de la ex‐
plosión.
Fue al cuarto día después de la explosión
cuando los demás supervivientes
comenzaron a llegar a nuestra señal.
Llegaban solos o en parejas, y estaban
quemados y maltrechos, vestidos con los
restos de los equipos de selva. Pronto
Nebogipfel dirigía un hospital de campaña
respetable —una fila de camastros de palmas
bajo la sombra de los dipterocarpos—
mientras quienes podíamos movernos
ejecutábamos tareas simples de enfermería y
recogíamos más víveres.
Durante un tiempo mantuvimos la esperanza
de que en algún otro sitio hubiese un
campamento mejor equipado que el nuestro.
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