Page 593 - Hijos del dios binario - David B Gil
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Espero que pueda serte de utilidad. Deséame
suerte. G».
Alicia leyó la breve carta una vez más, antes de
aplastarla y tirarla al inodoro. Pulsó el botón de la
cisterna y se aseguró de que el pedazo de papel se
había ido por el desagüe. Solo entonces abrió la
puerta.
Al otro lado le aguardaba el estirado caballero
que parecía haberse arrogado la labor de policía de
los cuartos de baño. Ambos se sostuvieron la
mirada, mientras ella se planchaba con las manos
los pliegues de la chaqueta y el pantalón. Sin ceder
ni un parpadeo, Alicia abandonó el aseo con paso
firme.
Por segunda vez aquella mañana, un jet
privado de Inamura Corporation partió del
aeropuerto de Marsella. Con combustible para más
de nueve horas de vuelo, estaba previsto que
llegaran a Singapur poco antes de las cuatro de la
madrugada hora local: una travesía larga que
invitaba a dormir, según le advirtió Daniel. Y
aunque a Alicia le habría encantado poder seguir
dicho consejo, se le hacía complicado conciliar el
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