Page 622 - Hijos del dios binario - David B Gil
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intervino Clarice—. Consiguió asilo en Singapur y
allí ha establecido su centro de operaciones. —Y les
indicó que miraran a tierra, donde un enorme
cúmulo de luz delimitaba la superficie de una
isla—: Ahí está nuestro destino.
—¿Eso es Singapur? No hay ni un espacio sin
cubrir.
—Setecientos kilómetros cuadrados de acero,
cristal y cemento —señaló Daniel—. Un oasis en
medio del Índico.
—¿Dónde vamos a aterrizar? No parece que
quepa ni un alfiler.
Clarice señaló una hilera de luces azules que
trazaban una línea recta sobre la bahía.
—Justo ahí.
—¿Sobre el mar?
—Es un aeropuerto flotante. Tiene la
peculiaridad de cambiar de orientación según
desde dónde sople el viento, muy útil en la época
del monzón que está a punto de llegar.
—Te gustará —dijo Daniel, que había robado el
café de las manos de Alicia para darle un sorbo—.
La terminal está debajo del aeródromo, bajo el nivel
del mar. Desde allí tomaremos el tren que nos
llevará hasta la isla. Nos esperan en la estación de
Marina Bay.
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