Page 753 - Hijos del dios binario - David B Gil
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—¡Ahora, Denga! ¡Apague las luces!
Daniel aceleró a fondo y el motor de
combustión atronó sobre las calles al tiempo que
todas las gaviotas de la isla alzaban el vuelo. Las
luces seguían encendidas, pero ya no podía
detenerse: se abrió para tomar la última curva y se
descolgó hasta casi tocar el alquitrán. Al enderezar
la moto, quedó cara a cara con la mansión y sonrió
al comprobar que no había puertas cerradas en el
acceso principal. ¿Quién las necesitaba con un
pequeño ejército protegiéndote? Sin apenas tiempo,
conectó el estabilizador y bloqueó el acelerador. Se
tomó un instante para extraer un paquete oculto
bajo el carenado y saltó hacia atrás antes de que la
velocidad le partiera las piernas.
La mochila en su espalda amortiguó el primer
impacto y pudo rodar hasta absorber la inercia.
Cuando por fin se puso en pie, la isla ya estaba
completamente a oscuras y el aguacero se abatía
sobre ellos. Activó la visión nocturna de su casco y
comprobó que la moto había atravesado el jardín
hasta penetrar en la casa. Dentro debían de estar
bastante desconcertados, pensó Daniel satisfecho.
Activó los explosivos y el vestíbulo de entrada voló
por los aires. La onda expansiva cimbreó los
árboles y le sacudió el pecho. No se detuvo. Los
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