Page 498 - LIBRO DE ACTAS-II-JORINVEDUC-2016
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“Yo creo que una cuestión que hace a la deserción en la cuestión de la mala comunicación, aquí
                     no nos enteramos de nada. Tenemos que andar mucho para enterarnos de las cosas que nos
                     interesan” [GD 03-09].

                     La  masividad  entorpece  los  canales  de  comunicación,  al  mismo  tiempo  que  ahonda  la
               incomunicación y la distancia, afectando de manera particular al estudiante que no lograr informarse
               a tiempo:
                     “No  hay  comunicación  fluida  entre  profesores  y  alumnos.  Además,  tampoco  circula  la
                     información.  Hace  unos  años  sacaron  una  correlativa  para  cursar  una  materia,  los  chicos
                     cursaron y se dieron con que no podían porque en un determinado momento la correlatividad
                     volvió a existir. Y nadie les dijo nada” [E 030].

                     El problema de la masividad no radica solamente en la insuficiente infraestructura o falta de
               capacidad de las aulas sino también en la organización docente, quienes se enfrentan a grupos muy
               numerosos con el consiguiente detrimento de la relación docente-estudiante (Marrero, 1999). Los
               procesos de enseñanza y de aprendizaje también se ven alterados porque hay cursos muy numerosos
               que están a cargo de un solo docente sobre exigido en múltiples  tareas además ocuparse de los
               aspectos administrativos.

                     “Yo creo que tiene que haber una relación con el alumno, una identificación que el profesor los
                     vaya conociendo, creo que se logra con el tiempo, sobre todo en primer año, los profesores no
                     saben quienes son sus alumnos porque tienen 1000, no se escucha nada, son aulas así (gesto
                     que indica tamaño reducido), imaginate el alumno que está sentado atrás, a 5  metros no se
                     escucha nada, cómo va a aprender uno en un ambiente como este, donde no hay relación con
                     el docente ni con el conocimiento. Para mi está todo mal, caótico” [E 017].

               Reflexiones provisorias
                      En la Facultad de Filosofía y Letras, los índices de deserción y abandono que se producen
               sobre todo en el primer cuatrimestre de cursado (además de los inscriptos que nunca concurren)
               reflejan en cierta medida las dificultades de adaptación que tiene los estudiantes cuando ingresan a
               la institución.
                      La  masificación  se  hace  sentir  en  varios  aspectos:  espacios  colmados,  aulas  saturadas,
               mobiliario y recursos insuficientes, la falta de libros en la biblioteca, de espacios donde permanecer
               entre clase y clase. A esto se agregarían las limitaciones presupuestarias para dar respuestas a tales
               necesidades. La masividad enfrenta a los ingresantes con nuevas maneras de interacción, marcando
               diversas rupturas “que operan diferencial y contextualmente sobre aquellos menos preparados para
               hacerles  frente”,  lo  que  se  traduce  en  una  deserción  tan  prematura  como  socialmente  sesgada
               (Marrero, 1999).
                      En  el  mismo  sentido,  Tinto  (1997,  en  Ezcurra,  2013:  p.  38)  señala  que  las  propias
               instituciones universitarias desempeñan un papel prevalente en el abandono o permanencia de los
               estudiantes.
               La permanencia de los estudiantes en la Facultad devela una serie de mecanismos implícitos que
               cobran  vigencia  en  la  organización  institucional  los  que,  de  alguna  forma,  contribuirían  a  la
               desvinculación paulatina de los estudiantes. Es evidente que la infraestructura y espacio físico de la
               Facultad no sólo son poco adecuados a la cantidad de estudiantes, quienes sienten la necesidad de un
               ambiente organizado y tranquilo, contando, además, con las comodidades imprescindibles (sillas y
               bancos suficientes para cada uno por lo menos), sino que configura un ambiente poco propicio para
               el aprendizaje.
                      Se  ha  encontrado  que  los  estudiantes  de  Filosofía  y  Letras  que  ya  superaron  la  difícil

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